Puedo decidir cuando estoy y cuando me voy.
Puedo mirar con tranquilidad el camino que he recorrido, deseando vivir ya lo que se presenta más allá, haciendo mi propio destino.
Cuando intentan fastidiarme, puedo burlarme hasta de los que quise y cuidé para recordarles que solo yo afecto mis emociones.
Puedo ser completamente yo. Puedo mirarme y sonreirme. Sabiendo que solo necesito de mi tiempo y deseos como prioridad.
Tal cual como fue cuando aprendí a hacerme cargo solo de lo que quiero y me corresponde, y a reirme libremente de lo demás. La enseñanza más grande que obtuve de mi amigo Alejandro.
Hoy puedo intentar y volver a insistir porque quiero.
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