
Expresarse con el propósito de alcanzar a la masa ciudadana nos expone a diferentes lecturas interpretativas, están las personas que apoyan lo que generamos, otros no encuentran identificación alguna con lo que publicamos, hay quienes nos apuntan llamando delirante una idea que ven con poco futuro, y también están los que respetan la espiritualidad de un desafío conociendo todo lo que debe enfrentar un comunicador para darle vida a su propio proyecto dentro de nuestra ciudad donde los aportes monetarios de empresas privadas son casi nulas y los respaldos políticos son esclavizantes ideológicamente. Todo muy parecido a lo que deben sobrellevar diferentes artistas, músicos, productores, actores, cirqueros, pintores, artesanos, malabaristas, cuando intentan mostrar sus obras. Y es que la mayor satisfacción de producir nuestro propio soporte gráfico de expresión es el arte logrado pese a las dificultades.
La palabra es un arte. Relacionar palabras para transmitir ideas también lo es, y dentro del arte no existe la competencia. Con esa misma tranquilidad respetamos a diferentes medios gráficos que circulan en la ciudad. No competimos con nadie más que con la propia presión que podemos ponernos porque priorizamos la necesidad de ver el crecimiento de revistas en papel de producción local en manos de los interesados en la lectura.
Simplemente, comenzar desde abajo nos da mucho margen para la evolución.
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