lunes, 27 de julio de 2009

LA PRIMERA VEZ QUE TOQUE UNA TETA (segunda parte)


(Texto de Charly Esperanza publicado en el fanzine KAÓTICA en la edición de agosto del 2005)


... Dinero para conseguir sexo en la calle no tenía, además, le había hecho cierta idea a esa opción por ver una película donde un adolescente que decide desvirgarse con una puta termina reventado en un callejón con el culo colorado y los bolsillos pelados, víctima de una asociación delictiva entre la barra brava de chacarita y la mujer que ejercía la profesión más vieja del mundo. Creo que el film se llamaba “lo que el viento se llevó”.
Por todos esos motivos, más el hartazgo de hacer el trabajo fino del noviecito que envía rosas, peluches y bombones a la amada de turno para chocar en el primer avance con la frase “todavía no me siento preparada”; frase que siempre me tentó a contestar con una rima que sería algo así “sentate en esta que está parada”; es por lo que caí en las garras de la Yoli.
La Yoli era una especie fémina de unos 17 años que había pasado por tanto que sonrojaría de vergüenza a Silvia Suller. Bueno, no sé si tanto pero, en el caso de conocerse las dos se divertirían mucho, eso seguro.
Los primeros pasos fueron sencillos. El intercambio de cassettes * bastó para ingresar en la casa de la Yoli (* aclaración para la pendejada consentida acostumbrada a bajar música en mp3: los cassettes eran dispositivos técnicos en base a cintas grabadas utilizados para escuchar música o ver películas. No tenían la fidelidad de los cds o dvd actuales y para pasar de un tema al otro se debía rebobinar o adelantar la cinta, lo cual nos demandaba eternos segundos).
La cuestión es que ya había conseguido la suficiente confianza de la víctima (¿o victimaria?) como para ir entrando en su casa. Así fue que un día nos quedamos solos por la esperada ausencia de sus padres. Y ahí sí, decidí jugarme al todo o nada. Pero ante el temor de arruinarlo todo, una de mis mejores costumbres, opté por la sutileza.
Estábamos sentados en el sillón del living conversando, en realidad era ella la que hablaba sobre que los hombres nunca nos interesamos en los sentimientos de la mujer y no se que otras giladas. No me acuerdo muy bien, en ese momento no le presté atención a lo que me decía. Interrumpiéndola, me ofrecí a darle un masaje, a lo que ella respondió con un “sí, tá bien” apresurado para continuar con su monólogo de quejas hacia el sexo masculino.
Me coloqué por detrás suyo y la enredé con mis piernas a la altura de la cintura. Junté sus cabellos y se los pasé hacia el frente para liberar en la espalda la zona donde mis temblorosas manos debían dar, al menos, un vago intento de relajante masaje.
Luego de varios minutos en los que mis dedos acariciaron juguetones su cuello y espalda, me decidí a dar el siguiente paso. La idea era llegar a sus pechos. Mi miedo interior creció y mis ojos se cerraron inexplicablemente. Mi mano derecha, encargada de explorar las zonas delanteras se quedaba sola en la travesía y ¡Que sea lo que Dios quiera! … (continuará)

1 comentario:

  1. MIRA VOS QUE ESCRITOR ERA MI MARIDOOOOO!
    QUE ME TIENE ABANDONADA POR LAS CALLES DE BUENOS AIRES!!

    JAAJJAA SI PUBLICAS MIS ESCRITOS SERIA IDEAL QUE TENGA LA REVISTA MARIDOOO=)

    HERMOSO TU BLOGG!

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